Ellos nos enseñaron a no protestar,
porque protestar es pecado.
Nos prohibieron enseñar el puño cerrado;
nos pidieron juntar las manos para estar de rodillas.
“El hombre de rodillas es más grande” repetían.
Nos enseñaron que perder es nuestro destino;
que la insurrección no es camino de salvación.
Nos enseñaron a ser indiferentes, a creer menos en nuestra gente;
que la miseria es nuestro destino ¡Mala leche! Repetían.
Nos siguen repitiendo que la idea murió;
que nuestra hambre es una necesidad normal
de la democracia globalizada.
Por ello, cuando te levantes ¡Ve y mátales!
Para que los justos no mueran más ¡Mátales!
Para que millones de niños
no sigan llegando a los cielos prematuros ¡Mátalos!
Para que cuando mueras, y el Dios de los pobres venga,
alcances la salvación eterna.
Amén.
Alexander Sánchez