Libertad para decidir si deseo tener hijos, cuántos, con quién, en qué momento y bajo qué condiciones, son algunas de las preguntas que reflejan las decisiones y la determinación de la vida reproductiva de una mujer. Respuestas muy particulares e individuales se puede obtener pero bajo ningún motivo debe ser cuestionada la formulación y ejecución libre y autónoma de las mismas y mucho menos su castigo o señalamiento que implique la discriminación.
Por otra parte, Costa Rica presume ser un país donde las personas son quienes escogen a sus representantes cada cuatro años de manera libre y pacífica y así decidir sobre el futuro de su país. De acuerdo con lo anterior, ¿cómo se les puede privar de tomar decisiones sobre su propio cuerpo? La legislación en nuestro país admite el aborto terapéutico pero se practica poco debido a la primacía de criterios religiosos en las prácticas hospitalarias sin mencionar que la anticoncepción de emergencia (AE) es ilegal, además, desde hace 14 años el gobierno declaró inconstitucional la fecundación in vitro (FIV) y a pesar de que el mismo Estado fue denunciado ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en 2010, este método sigue siendo ilegal.
A lo anterior se le suma, el problema de que los pensamientos ultraconservadores, machistas y patriarcales de las iglesias tiñen la ley con su propio discurso. El Estado costarricense sigue teniendo religión oficial, lo que facilita lo anterior, e impregna, como si no fuera ya suficiente, el imaginario colectivo “tico”, de sus dogmas e ideologías que reproducen el papel misógino de que la mujer verdadera es quien tiene hijos y se dedica a cuidarlos, una misión impuesta claro está.
Así, ser autónomas a nivel reproductivo significa no solo enfatizar el derecho que tenemos como mujeres a decidir sobre nuestro propio cuerpo sino el acceso y las oportunidades que nos permitan realizarlo, así por ejemplo garantizar la buena (veraz y diversa) educación sexual, el disfrute de nuestra sexualidad sin fines exclusivamente reproductivos, leyes que garanticen el acceso a la interrupción segura del embarazo –y no solo porque haya sido violada o porque corre vida el riesgo de alguno de los dos, sino también porque la mujer no se encuentra en condiciones sociales, económicas (muchas mujeres pertenecientes a la clase alta sí consiguen los medios seguros) ni psicológicas para asumir una maternidad responsable- acceso a anticonceptivos seguros y aceptables incluyendo la AE, a la FIV, acceso a la adopción de niñas(os) garantizado para parejas formadas por dos mujeres, etc. Significa finalmente poseer una vida sexual placentera sin miedos o vergüenza y a expresar libremente sus deseos, sus preferencias sexuales y disponer de la información y de los medios una vez que decide que la maternidad es una opción en su vida.
La Convención de las Naciones Unidas sobre la eliminación de toda forma de discriminación contra la mujer (CEDAW) declaró hace tres años que Costa Rica debe mostrar un avance en cuanto a los derechos reproductivos de las mujeres. A pesar de esto, no todo está resuelto, el crecimiento demográfico, un cambio de mentalidad, la difusión y avances de los métodos anticonceptivos y la integración de las mujeres al mercado laboral son algunas de las razones que han generado un cambio parcial en la manera de asumir la maternidad y el ejercicio de la misma dentro de nuestro país, sumado al trabajo de instituciones independientes que luchan por la visibilización y exigencias de estos planteamientos.
La reacción sabe que el control de nuestra capacidad reproductiva es efectivamente una herramienta de control sobre nosotras mismas, por lo anterior, no podemos permanecer al margen de estas realidades, es una cuestión de principios y de estrategia; es preciso consolidar y estabilizar las posiciones del conjunto de todas las mujeres.
En conclusión, denunciamos que la sociedad costarricense es una sociedad homogenizante donde la igualdad y los derechos reproductivos no se concretan. En este contexto, luchar por el reconocimiento de la autonomía de las mujeres frente al Estado –que impone morales únicas- y por el derecho a recuperar en forma igualitaria el ejercicio de la libertad reproductiva, es una tarea que asumimos como colectivo y como mujeres, día con día.
Yerley Sánchez Acuña
Colectivo Mujer-Ser